Me siento afortunada por haber conocido a Else Schrobsdorff. Claro que no era como otras madres. Ha sido muy conmovedor leer este libro. También, muy especial, porque automáticamente después se lo he regalado a mi madre. Creo que es un regalo que todos los hijos deberían hacer a sus madres. Ahora sabiendo la relación que Angelika tuvo con la suya, se me encoge algo por dentro solo de pensar que al final escribiera esta novela. "Else era, en un mundo de autoengaño, de disimulo y de hipocresía, tan auténtica y elemental como solo puede serlo una criatura de la naturaleza. Y al mismo tiempo tenía un intelecto agudo, un pensamiento mucho más ágil, rápido e independiente que las mujeres de su época. Era distinta por ser autónoma y estar muy adelantada a su generación".