Esta obra, escrita en la primera mitad del siglo XVI, quedó manuscrita a la muerte de su autor (1575), Francisco de Monzón, quien se había desplazado a Portugal a instancias de la emperatriz Isabel para ser catedrático de Teología en la nueva Universidad de Coímbra. Se dedicó a la reina Catalina de Austria, esposa del rey luso, para que sirviera de guía a su hija, la princesa María Manuela de Portugal, primera esposa del futuro rey Felipe II. Monzón refleja en su tratado su admiración por las cualidades para el gobierno de doña Catalina, que considera ideales para una reina. Esta obra, además de ser un espejo de princesas, se inserta también en la corriente de tratados en defensa de las mujeres asociados a la «Querella de las mujeres», para abogar por la capacidad intelectual y la dignidad femenina maltratadas en la literatura misógina. De sumo interés resulta el riquísimo vocabulario que emplea su autor sobre vestimenta, cosméticos, tejidos, buena muestra de la variedad verbal de la lengua española de la primera mitad del siglo XVI.