¿Cómo conjugarían ustedes la presencia de un párroco que quiere resolver discretamente un doble misterio que anida en la vida del propio recinto de su iglesia y que afecta a la desaparición continua, desde hace un tiempo, del vino de consagrar y del dinero de las limosnas del cepillo del altar de San Pancracio, la figura de un expolicía viudo al que parecen renacerle unos nuevos brotes de ilusiones amorosas y la presencia de un antiguo legionario que ejerció en tiempos el arte de la albañilería? Incluyan ustedes también a un contable jubilado que no ha perdido sus capacidades para encontrar los tres pies al gato, y no nos olvidemos del eje principal de la historia, doña Adalberta Mantecón, «Berta» para los amigos del tute y viuda de Pepe Pérez. Los cuatro conforman un cuarteto de jubilados muy aficionados al naipe que ejercen esta digna actividad en uno de los muchos Hogares del Jubilado que se distribuyen por la ciudad, y ayudarán a don Gumersindo, el párroco, a resolver el misterio.