La guerra es la mayor derrota moral de la humanidad. Ninguna victoria bélica compensa el sufrimiento humano, la destrucción del planeta ni la deshumanización que provoca. La política del rearme, hoy presentada como una supuesta garantía de paz y seguridad, no es más que la antesala de futuros conflictos y la perpetuación de la violencia como herramienta legítima.Europa, que nació de las cenizas de dos guerras mundiales y prometió no repetirlas jamás, hoy camina peligrosamente hacia un militarismo que traiciona sus propios principios fundacionales. El rearme no construye seguridad, sino desconfianza. Alimenta una carrera armamentista que enriquece a un puñado de empresas y empobrece a millones de ciudadanos, desviando recursos que deberían ir destinados a la sanidad, la educación, la vivienda, la cultura y la justicia social.La paz no se impone con cañones, sino con diplomacia, cooperación, desarrollo y respeto mutuo. La política pacifista defiende que la seguridad humana no se mide en arsenales, sino en derechos humanos garantizados, oportunidades para todos y sociedades cohesionadas.Cada euro que se invierte en armas es un euro que se quita de la lucha contra la pobreza, el cambio climático o la desigualdad. Cada discurso que glorifica el poder militar debilita la voz del diálogo, la mediación y el entendimiento.Por eso decimos: basta de rearme.