Cuando leo los versos de Pepe Cercas tengo la impresión de que no pasara el tiempo, de que hoy es ahora y ayer, y mañana será lo que vuelve siempre como légamo o arcilla esencial que sedimenta, que tiene memoria. Me llena de admiración y sorpresa el uso que hace del campo semántico, las palabras que «osa» utilizar, fuera de toda moda y aplauso contemporáneo. Habla de ternura, de los padres, de alegría, dejando escurrir una música antigua de lentitud y ausencia y, aun así, nos ofrece una memoria asombrada como la del niño que cuenta sus canicas de cristal y, faltándole algún color, se llena de añoranzas.
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