Desde la atalaya privilegiada de los Servicios Sanitarios del Ejército del Ebro, Joan Pericot, será testigo de excepción de la batalla definitiva por la suerte de la República. Retrata los desastres de la Guerra Civil y se lamenta de la juventud perdida y de las muertes inútiles. Su texto acontece un retrato clínico y descarnado de las lógicas de facción, muy crítico hacia el fanatismo de los extremos políticos. Se trata de un relato antibelicista que no dejará indiferente a nadie. El derrumbe del frente del Ebro, la retirada y el exilio son descritos con gran fuerza narrativa. Escapando del ejército franquista acabará huyendo de los comisarios políticos del Ejército Popular. Después de una breve estancia en Argelers llegará a la España de Franco por Irún. Será avalado para salir del campo de prisioneros de León y se integrará al Ejército Nacional hasta volver exhausto a Barcelona.