El segundo tomo de El Periquillo Sarniento continúa el relato de las desventuras del protagonista, quien, tras la muerte de su madre, queda completamente solo y sin recursos. La pérdida no solo marca un momento de dolor, sino que también lo arrastra aún más a la vida de la picaresca. Su intento de buscar apoyo entre sus parientes resulta en una serie de rechazos que lo empujan a la calle, donde el destino lo vincula con Juan Largo, un personaje que lo introduce en el mundo del juego y la trampa.A lo largo del relato, el protagonista se sumerge en situaciones cada vez más adversas. Su incursión en los juegos de azar no solo lo acerca a una forma de vida corrupta, sino que también lo enfrenta con el peligro constante de la ruina y el castigo. En un momento, la enfermedad lo debilita y lo obliga a pasar por el hospital, donde la narración expone las deficiencias del sistema de salud de la época. Más adelante, una serie de decisiones lo llevan a prisión, un entorno que se convierte en un reflejo de la podredumbre social y la injusticia, pero también en un espacio donde conoce a don Antonio, un personaje que representa la voz de la razón y la experiencia.El protagonista no deja de intentar integrarse a la sociedad de manera más estable, pero su carácter inconstante y su falta de disciplina lo conducen de un oficio a otro sin éxito. Su paso por la casa de un barbero y su intento de establecerse en una botica son apenas episodios de un camino marcado por la inestabilidad y la frustración. La vida le ofrece oportunidades, pero su tendencia a la indolencia y la mala compañía lo arrastran a la misma miseria de la que intenta escapar.La novela mantiene un tono moralizante y una crítica feroz a la sociedad novohispana. No solo expone la vida de los marginados, sino que también cuestiona la hipocresía de las clases altas y la corrupción en las instituciones. Las cárceles, los hospitales y los empleos inestables se presentan como escenarios de un sistema donde los desfavorecidos no encuentran redención, salvo a través del esfuerzo y la educación. La voz del narrador, que en múltiples ocasiones se dirige directamente al lector, refuerza la intención didáctica de la obra, pero sin perder el dinamismo de la historia.En este segundo tomo, el relato no solo retrata la decadencia de su protagonista, sino que también profundiza en la idea del aprendizaje a través del sufrimiento. Periquillo no es un héroe ejemplar, pero su historia funciona como un espejo de los errores y las consecuencias que estos conllevan. La novela sigue la tradición de la picaresca, pero con una mirada que busca algo más que la simple narración de aventuras. Detrás de cada episodio, hay una reflexión sobre la educación, la justicia y las desigualdades que atraviesan la sociedad.La vigencia de El Periquillo Sarniento radica en su capacidad de mostrar los mismos problemas que han persistido a lo largo del tiempo. Su protagonista, atrapado entre la necesidad y la astucia, simboliza a tantos individuos que, en distintas épocas, han intentado sobrevivir en un mundo que no siempre ofrece salidas dignas. La obra no solo documenta una realidad histórica, sino que también interpela al lector sobre los valores y las decisiones que marcan el destino de cada persona.