La depresión de las masas es el error más visible de un sistema egoísta fundamentado sobre un negocio digital que aprovecha las ventajas de mundo tercerizado por una economía a la que no le importa la humanidad ni su pérdida de soberanía porque la actual base cultural y social responde a patrones únicamente mercantiles, minuciosamente diseñados por lo que en su día, Skinner, definió como ingeniería de la conducta, hoy perfeccionada por una tecnología propietaria de nuestras vidas y opiniones, convirtiendo a toda la sociedad en una masa homogénea orgullosa de su modernidad democrática, pero poco consciente de las repercusiones que implican su avanzado estilo de vida.
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