En Donde buscamos el mundo, Ricardo Pochtar nos ofrece una nueva entrega de esa manera depurada y ascética en que concibe la poesía (?en un huerto pequeño también se crían malas hierbas, pero no se tarda tanto en escardarlas?). Ese decir no muy distinto al modo en que el propio autor se maneja con la propia vida: en la discreción sin dogmas, de voz queda, propia de quien, sabiendo tanto, aun así, o quizás por ello, persiste en la humildad de la pesquisa. Una poesía que renuncia al adorno y, por tanto, a rimas o corsés métricos (?pasamanería silábica?). Que no recurre a la anécdota como asunto. Que no es elegía ni celebración, o al menos no lo es sustancialmente.
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