No podría vivir sin el mar (Mediterráneo) pero necesito las raíces, esas que me reciben y sostienen en tierra firme cada vez que regreso de un vuelo. Porque tampoco sabría vivir sin alas. No podría. Ni quiero. Dicen que leer nos hace libres, experimenté desde niña esa sensación de aire en el rostro. Pero cuando escribo siento blandir mis alas. Y entonces sí... Me paso la vida buscando y guardando poesía. En cualquier forma que lo haga; fotografía, ensayo, psicología, narrativa. Todo es al final un trayecto para llegar a ella. Porque me salva incansable de todo, y hasta de mí misma. Necesito contar y compartir lo que veo, sentirlo y darlo. Por eso este libro y algunos otros; No es mi nombre (2011), Crisálida (2012), Voces prestadas (2013), Sobrevivir al dolor (2014), Balcones ajenos (2015), Abrazando vértigos (2016), Mujeres que crean (2017), [A propósito de...] (2020) y Matemática de la fragilidad (2021) son maneras de decirlo.